Cada célula de nuestro cuerpo vibra a una frecuencia específica. Cuando estamos desequilibrados, esas frecuencias pueden alterarse. La música, especialmente aquella diseñada con intención y ciertas frecuencias (como las ondas theta o alfa), puede inducir resonancia, ayudando a las células y órganos a volver a su estado óptimo de vibración. Investigaciones en **cimática** demuestran cómo las vibraciones sonoras pueden organizar la materia, sugiriendo un efecto similar a nivel celular en el cuerpo humano.

La música puede influir directamente en nuestras ondas cerebrales. La **sincronización de ondas cerebrales** (brainwave entrainment) es un fenómeno donde el cerebro tiende a sincronizarse con una frecuencia externa dominante. Los códigos musicales de CME buscan guiar tu cerebro hacia estados de relajación profunda (ondas alfa y theta), creatividad (ondas alfa) o incluso sueño reparador (ondas delta), lo que ha sido estudiado extensamente en la **neurociencia cognitiva** y la **psicología musical**.

Conceptos milenarios como los chakras o el aura son reconocidos hoy en día por la física cuántica que sugiere que todo es energía y vibración. Al conectarse con tu "impronta energética", Albert crea una música que resuena con tu campo bioenergético, ayudando a disolver bloqueos y a fomentar un flujo armonioso de energía vital, similar a las prácticas de **medicina vibracional**.

La psicoacústica es el estudio de la percepción psicológica del sonido. Se ha demostrado que ciertos patrones musicales, ritmos binaurales o isocrónicos, y tonalidades específicas pueden reducir significativamente la ansiedad, mejorar el estado de ánimo y facilitar la concentración, validando el poder de la música como una herramienta terapéutica y de bienestar.